VUELTA A LAS CLASES
En este tiempo es común ver las puertas de las escuelas y universidades abiertas, para acoger otra vez a miles de niños y jóvenes que vuelven a clases... ¡Se acabaron las vacaciones!
Con la mochila cargada de libros al hombro y con su uniforme que estuvo en el armario, se dirigen otra vez al colegio.
También vuelven los maestros, los directores y todo el personal docente, vuelve mucha gente a las aulas.
Pero, hay formas de volver:
Unos arrastrando los pies, porque llega el tiempo de trabajar, porque les cuesta estudiar, porque tuvieron algún percance.
Otros, regresan con la ilusión pintada en el rostro, maestros que aman apasionadamente su tarea y vuelven con júbilo a enseñar, y alumnos que tienen la sana intención de aprender.
Es importante preguntarse: ¿Cómo vuelvo a la escuela y a la universidad?
Si soy maestro, no debía pasar por ese umbral del plantel sin estar lleno de entusiasmo por enseñar a mis alumnos; si no los quiero entrañablemente, si no siento el sagrado deber de dar lo mejor de mi. Felices los alumnos que tienen maestros así.
En cambio, si enseñas porque te pagan, sólo por un sueldo. pobre maestro y pobres alumnos. ¿Dónde está tu vocación de maestro?
Y si eres estudiante, ¿con qué cara y con que alma vuelves a las clases? En tu mochila, ¿guardas bien una buena ración de entusiasmo, de ilusión, de nuevos retos y metas grandes?
¿O vuelves enojado, fastidiado, decidido a las mismas cosas de siempre: a la copiadera, al relajo, a la mediocridad, a las ausencias de clase...? Para eso, podrías dejar tu lugar a otro que quisiera ocuparlo con más dignidad.
¿Quieres a tu escuela, a tu universidad, a tus maestros? ¿Tienes lo que se dice "amor a la camiseta"? ¿Eres el Robín de los colegios porque vas de uno a otro, porque ninguno te acepta por mala conducta? ¿Eres de los que luchan por las mejores calificaciones, le tiras al diez? ¿Te has sacado alguna vez un diploma, medalla o premio? ¿Eres del montón, de ese grupo inmenso, incontable de alumnos flojos, perezosos, reprobados?
Estudiar vale la pena y hay que estudiar bien. Enseñar vale la pena y hay que enseñar bien.
Mucha gente vuelve a las clases, yo también vuelvo a la universidad de la vida y del trabajo. Y me pregunto: ¿Con qué ánimos, con que ganas vuelvo?
Por eso, se me ha ocurrido preguntar por si te sirve: ¿Cómo vuelves tú, maestro o alumno, a las aulas?
Te deseo un buen año, como me lo he deseado a mí mismo.
Feliz el alumno o el maestro que puede decir: amo a mi colegio o universidad, me fascina enseñar, me encanta estudiar. Yo le tiro al diez, no me resigno a ser uno más del montón.
Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. (Lucas 6:31)
Que Dios te bendiga.
Recopilado por:
alimentoparalamente@gmail.com
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